El frío no ha perdonado y pues cuando se resiente la salud, hay que descansar, ¿no? Y aunque aun estoy más para allá que para acá, (y con la cabeza de lado para que entren las gotas) ya tenía ganas de pronunciarme.
Mientras preparo otra entrada (antes de volar para hacer una ensalada para comer), aquí una artista de la que llevaba tiempo queriendo hablar Judith Mateo.
La descubrí casi por casualidad en verano del año pasado, organizaba un concierto para la noche de San Juan, desde algunos años que el barrio
Todos los años parece un éxito.
Pero ahora en otro ámbito, la música celta es algo que me gusta mucho, aunque no le hago ascos a ninguna música en especial, sin embargo, me considero más exquisita a la hora de seleccionar una música dentro del genero. Y confieso, que en lo que respecta al género céltico, no tenía nada de nada que resaltase especialmente. Pues ahí estaba Judith Mateo para resaltar.
Llegue de trabajar más o menos tarde, y el concierto ya estaba empezado, vivo al lado de donde se hace y la verdad que al igual que el Flautista de Hamelin, el sonido que entraba por mi ventana me llamaba a querer salir a la calle. Arrastre a mi hermano y a mi madre y disfrutamos de un concierto sensacional.
Judith es una violinista de lujo, y da gusto escuchar al resto de la banda, todos se complementan perfectamente, llaman al baile o simplemente a observar el cielo estrellado dejándose llevar por la partitura.
A quién le guste la música celta es de obligación escuchar a esta artista, nada es comparable al directo, pero se acerca muchísimo.
Hacen muchas giras, así que espero que regresen, o poder coincidir en alguno de sus conciertos si soy yo la que viaja.
De momento ha sacado dos discos, el primero “Mientras el Cielo no se Caiga”, que es el que recomiendo con los ojos cerrados; el otro “Tir Man Og” parece un disco mucho más personal, buenísimo también.
Insisto, si tenéis la ocasión de escucharla ¡no os la perdáis!
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